Hay gente que se queja de la vida que tiene, hay gente que valora más las banalidades que aspectos mucho más importantes como la salud, el compañerismo de familiares y amigos, y las ganas de poder alcanzar la felicidad. El motivo es que hemos nacido en un mundo donde lo que predomina es lo que se ve, mas no lo interior, esto último es algo que tanto se defiende cuando lo externo no es agradable a la vista, ¿o me equivoco?
Así es, los menos favorecidos sufren, en la mayoría de los casos en silencio aunque otras pocas se animan a hablar, el resultado, la fuerte crítica de la sociedad entera, una sociedad que también está regida por la hipocresía y las malas intenciones.
Es un verdadero martirio, pero hay personas que sí entienden el sentido de la vida, sí comprenden el padecimiento de sus semejantes y los apoyan de verdad, asimismo, hay quienes pasan por una y mil situaciones difíciles, por diversas razones sean estas físicas, económicas o espirituales, y que no se dejan vencer ni por las duras ofensas ni por la vida tan pesada que les tocó afrontar. Si cada uno de nosotros hiciéramos las cosas con ese ímpetu, no sólo seríamos mejores seres humanos sino que este mundo sería increíblemente sano. ¿Comparten esta reflexión?
Una sociedad confundida
Suelo caminar con la frente en alto
miro a la gente a mi alrededor
veo semblantes tristes y otros llenos de jovialidad
veo gente sana y muy enferma
veo ancianos pidiendo monedas
admiro a quienes no teniendo dan
me gusta sentir la virtud de los que apoyan
aun cuando se trata de niños desprendidos
siempre con una sonrisa inspiradora.
Luego de unas cuadras adelante
sigo viendo semblantes
unos que dicen: ¡apártate que llevo prisa!, ¡no tengo dinero!, ¿hacia dónde voy?
es un ambiente cargado de tensión, de ideas y mediocridad
la calle es el lugar idóneo donde reposan las intenciones
es el lugar preciso donde se pueden ejecutar
cómo me encantaría no ser parte de esta confusión
pero sí quisiera ser como aquellos niños
que se ilusionan imaginando que viven en un mundo tranquilo
como el que les ofrecen sus padres
donde hay paz y una justicia que es sabia.
Sigo en mi caminar
todavía no llego a mi destino
pero ya he visto y escuchado tanto
como para escribir un extenso artículo
lleno de quejas y felicitaciones
estas últimas para la gente educada
y que ha sabido educar.
Hasta aquí he narrado un día como cualquiera
otros son peores
algunos motivadores
pero prefiero eso en vez de la indiferencia
que cada vez se asienta más en el alma
que cada vez perturba a las frágiles mentes
que cada vez vuelve muy fríos a los corazones.
Pero este mundo no es sólo de quienes pueden caminar
hay personas que con muchas carencias
no pueden valerse por sus propios medios
y son discriminadas
despreciadas por quienes se creen perfectos
abandonadas por quienes podrían mejorar sus penurias
¿acaso una ciudad que quiere avanzar puede permitir esta injusticia?
Estoy llegando a mi destino
al parecer unos ojos extraños se interesan en mi progreso
desean lo que no es suyo
y lo mismo pasa con otros más exitosos que yo
considero normal el anhelo por las grandes cosas
y la admiración por quienes las poseen
pero aquellas miradas cargan energías negativas
la envidia prevalece.
Llegué a donde tenía que llegar
a veces me siento seguro
¿Qué diferencias hay entre la calle y el lugar que ahora me acoge?
si todas las personas son parte de esta sociedad que reprendo,
me pregunto ¿qué será de mí al volver?
¿así será todos los días?
¿en qué irá a parar toda esta historia?
No es que me crea un ejemplar ciudadano
pero doy por seguro que sí soy parte
de aquel grupo que merece un cambio
que necesita de un planeta mejor
donde las personas no se dejen ilusionar por luces multicolores
o por el dinero, por la fama, por la envidia
ni por las bajas pasiones,
sino por el ideal de trabajar por lo que vale la pena.
Aspiro a ese cambio
para que el desconcierto acabe de una vez
para que la lucidez de los más pequeños nos invada
y así dejemos que las buenas decisiones se hagan realidad.
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